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Cuando un retrato sugiere una historia

El pasado fin de semana un grupo de amigos visitaron nuestra casa en Villaoril, Ibias, y Anabel quedó impresionada con el retrato de María, realizado en acrílico sobre foto original de Pierre Gonnord. Hablamos de cómo los retratos nos sugieren historias, nos hablan de su vida, de su pasado. Cómo con el retrato se transmiten emociones y vivencias. A las pocas horas, ya tenía en mis manos un relato. Espero que os guste tanto como a mí. Podéis leer más cosas de Anabel García en este enlace

 

Olga Argüelles Menéndez

Para María Del Roxo

-Los Menéndez son buena familia. Y vaya si lo son, la mitad de las viñas son de ellos, y también
las tierras de detrás de la iglesia, y las vacas que cuida Facundo. ¿No estuviste convidado en su
casa?
-Si, si y nos trataron como a príncipes, pero ellos aún son los reyes, no sé sí me entiendes.
-Que quisquilloso Toñito…Con el orgullo sois todos iguales, pero es como el pan duro, lo mojas
en vino y pasa para adentro mucho mejor.
-No, si su hija me gusta, un poco larguirucha pero esos ojos negros le encienden a uno.
-Olguita es mucha Olguita. Y sus padres le darán muy buena dote.
-Veremos a ver, hay que tener en cuenta que el moirazo se llevará la mejor parte.
– ¡Y vuelta con lo mismo! Mira a ver si os entendéis entre vosotros primero. Emparentar con
ellos sería buena cosa.
***
En cuanto entra el silencio se extiende en la habitación, sólo se oye el crepitar del fuego.
-Buenas tardes. – Dice con su voz suave, terrosa pero directa.
-Buenas doña… Buenas, buenas. – Responden en susurros sueltos.
Entonces le hacen un hueco, cerca de la chimenea. En el mejor sitio aparece un silla y Olga
Argüelles Menéndez se sienta, saca el rosario y en seguida la cantinela repetitiva entona un
murmullo que sube y baja.
Antes de volverse cada uno a su casa reparten un chupito de anís y un trozo de bizcocho, el
más grande es para ella. Olga hace ademán de apartarlo a un lado, pero se sabe observada,
muy observada así que da las gracias con un cabeceo antes de mordisquearlo y comprobar lo
seco que se está y como queda pegado en el paladar.

***
-Mire doña Olga, el problema es que Don Antonio no cambió el nombre en las escrituras y si
ahora su primo reclamará la casa no podrían impedírselo.
El rictus de Olga es serio, sus cejas marcan una pregunta que no quiere respuesta. Y sus ojos
profundos, sobresalientes en las líneas que se doblan sobre si mismas alrededor de su boca, se
mueven veloces en los legajos que le enseña el abogado.
-Me temo que su suegro era igual, no comprobaban nada mientras pensarán que era suyo…Ya
saben cómo eran para esas cosas.
Olga lo repite dentro de su lengua.

2

Necios. Tozudos. Necios. Tozudos.
-Un apretón de manos era el vínculo más fuerte así que ignoraron poner al día los papeles.
-Excepto los míos.
-Perdone.
-Mi dote, las tierras que mi padre nos dio como regalo de la boda, enseguida se arreglaron
para que no hubiera dudas.
Una risa nerviosa se transforma en tos varias veces dentro del gesto acalorado del abogado.
-Si necesita beber algo levántese a por un vaso, no vaya a ahogarse aquí mismo y no estamos
para grandes dramas.
-Perdone…Doña…Un momento.
-Dígame que es lo que hay que hacer exactamente que yo me ocuparé de ese primo.
***
Lleva tantos años envuelta en el negro que no se reconoce en el retrato del salón, en la que
aparece con las mejillas redondas y un lazo azul en una trenza. Sólo sus ojos parecen los
mismos, dos brasas candentes a juego con la ropa que lleva ahora, como si fuera a entrar en
combustión dentro de un cuerpo demasiado enjuto pero que desborda una sombra muy muy
larga.
Recuerda cuando Antonio le corto la trenza, y le dijo que sólo él tenía derecho de ver y tocar
su pelo. Recuerda otras cosas, pero se lleva la mano a la faltriquera donde palpa las llaves de la
casa, la del molino, la de las bodegas.
Deja los zapatos, con su tacón bajo, en la entrada de la habitación caldeada y descalza siente la
piedra irregular del suelo en la planta de sus pies.
Se acerca al fuego y se imagina su piel decolorada, las bolsas bajo los ojos, el cansancio del día
acumulado en las piernas.
Esto es lo que queda de ella, de pie, atenta al calor que traspasa la tela oscura, pero todo suyo,
al fin y al cabo. Toda dueña de lo que esconden sus ojos negros.

Anabel Garcia Mace 26Sep23. 27Sep23

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