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Mil años de alegrías y penas. ¿Quién es Ai Weiwei?

Últimamente me da por leer biografías de artistas contemporáneos. No hay muchas y las que hay no son de muy buena calidad literaria, desgraciadamente. Aun así, su lectura me resulta interesante para entender a los personajes y sus obras.

Hace poco cayó en mis manos “1000 Años de alegrías y penas”, una autobiografía de uno de los más relevantes artistas contemporáneos a nivel mundial. Si no lo conoces, seguro que al menos te sonará el revuelo que se montó hace años con un chino que delante de la cámara destruía un par de antiquísimas vasijas chinas de la dinastía Han. Ese era Ai Weiwei (Pekín, 1957).

Ai Weiwei, con su padre, el poeta chino Ai Quin

Su obra puede gustar o espantar, pero raramente te dejará indiferente. Cien millones de pipas de girasol en cerámica, realizadas y pintadas artesanalmente una a una, formaron una de sus míticas instalaciones, en la Tate Modern, Londres. O traer a una feria de arte en Kassel, Alemania, una instalación viva que consistía en ver cómo se comportaban 1.001 compatriotas chinos (algunos de los cuales nunca habían salido de su pueblo) fuera de su entorno durante las semanas que duró la exposición.

Ai Weiwei no da muchas explicaciones sobre lo que pretende conseguir con sus obras, simplemente deja al espectador (o al lector, en este caso) que saque sus propias conclusiones. Y para lograrlo, o para intentarlo al menos, hay que conocer su historia y la historia de su padre, Ai Quing. Hay que darse la oportunidad de ponerse en la piel de alguien cuya vida no se parece en nada a la nuestra. Hay que intentar entender el valor con el que tanto su padre como él mismo se enfrentaron a la despiadada maquinaria del comunismo y cómo ésta, a pesar de haberlos machacado de forma inmisericorde, ha sido en buena parte, la generadora de esa energía vital y esa creatividad que ha catapultado a ambos al reconocimiento mundial.

Os recomiendo la lectura de sus memorias y dejo por aquí el último fragmento del libro:

“La libre expresión es crucial para la existencia humana. Sin el sonido de la voz humana, sin el calor y el color en nuestras vidas, sin miradas atentas, la Tierra es solo una roca absurda flotando en el espacio».

 

Instalación "Sunflower Seeds" en la Tate Modern, de Londres.
Ai Weiwei rompiendo una antigua urna de la dinastía Han

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