INTROSPECCIÓN
Hay un aspecto de mi obra que es difícil de entender para el espectador. Me refiero a mi “lado oscuro”, a esos personajes a veces duros y fuertes, otras veces ancianos y vencidos, en ocasiones desafiantes y poderosos, que siempre nos buscan y nos interpelan con la mirada.
No se trata de retratos fáciles de mirar. No buscan la complacencia, la belleza, la juventud o el colorido. Son personajes que funcionan como espejos. Cuando los contemplamos con atención, no es al personaje sino a uno mismo al que acabamos viendo a través de ellos. Podemos sentirnos enternecidos, asustados, incómodos; podemos sentirnos de mil maneras, pero nunca nos dejan indiferentes.
Esta serie de personajes que surgen cuando ellos quieren aparecer en mi vida, son fruto de la introversión, de la mirada hacia dentro. Son confidentes de mis miedos, de mi pasado, de mis historias. Son ejemplos del esfuerzo, de mi labor de búsqueda individual, de introspección y de un enfoque alejado del ruido y centrado en la persona.
Y por eso, cuando se marcha alguno, cuando alguien tiene el coraje de mirarse en alguno de ellos como en un espejo, siento que me deja una parte de mí, pero que he encontrado a alguien que es capaz de sentir lo mismo que yo. Que de alguna manera mi introspección y la suya tienen una lucecita común que brillará a partir de ahora con más fuerza.