/  Obra Propia   /  El cómo y el porqué de un retrato con personalidad propia

El cómo y el porqué de un retrato con personalidad propia

Krystov es un hombre gitano retratado por el fotógrafo francés Pierre Gonnord en 2007.  Es un retrato frontal, de medio cuerpo, con un fondo oscuro y una iluminación muy clásica, de una fuente principal que entra por la izquierda de la imagen. El protagonista es muy moreno, con unas cejas espesas, tupida barba negra y piel aceitunada. Su frente es alta y despejada, con entradas en un cabello peinado a raya. La camisa que viste, abierta sobre el pecho, también es de color negro.

No hay más información sobre el personaje, cuya mirada domina completamente la escena. Es una mirada directa, cuya severidad se acentúa por el entrecejo fruncido y por la línea de la boca, cerrada y en tensión.

Se trata de un retrato de 80cm de alto por 50 de ancho, enmarcado con un sencillo listón de madera, de 1cm de ancho. Está realizado sobre panel de madera que ha sido previamente texturizado con papel de seda pegado al mismo. La pintura utilizada en este caso es acrílica. Sobre el fondo oscuro he ido bocetando el personaje de forma directa, sin dibujo previo, sacando las luces y modelando el rostro desde oscuros a claros antes de definir los ojos y la nariz, que es la parte más trabajada del retrato.

La textura rugosa del papel de seda me permite trabajar con pintura muy seca que va dejando transparencias y veladuras creando la piel aceitunada del protagonista. La paleta de colores utilizada es muy limitada, apenas negro, ocre, blanco y rojo.

A nadie se le escapa que las mujeres ocupan casi el 80% de mi obra y que priorizo el uso de los colores vivos. Por qué entonces un hombre y por qué esa oscuridad.

Algunas veces he comentado por aquí que en el retrato, más que la búsqueda de la similitud con el original, me mueve la psicología del personaje, la búsqueda de su personalidad. Casi me parece que yo no elijo los retratos que hago sino que son los propios retratos los que me eligen a mí.

También he comentado que los retratos de Pierre Gonnord me llegan especialmente porque cualquier persona es tratada con la misma dignidad frente a la cámara, tanto si es un vagabundo como un príncipe. Me gusta la sobriedad de sus imágenes, sin dejar lugar a lo superfluo, sin nada que moleste o añada información.

Siento que el personaje, en este caso, me atrapa y me interpela con su mirada. Me habla de la dureza y el sufrimiento de su vida, del camino que ha tenido que recorrer. Me habla de determinación, de fuerza y de voluntad. También de decisiones de las que se arrepiente, de dolor causado y recibido. Probablemente sea más joven de lo que parece, pero las circunstancias le han dejado una profunda huella en sus rasgos.

Este no es el primer retrato que hago de Krystov. Su predecesor luce en la preciosa y luminosa casa de mi amiga Carmen en Bruselas, en una salita llena de plantas y de obras de arte. Dónde veo yo este retrato. Aquí va mi propuesta:

Lo veo como protagonista absoluto en algún lugar cuya mirada me interpele a menudo, en alguna pared frente a la que me siente a trabajar (un despacho, una sala de reuniones), donde me obligue a mirarle como me miraría en un espejo, donde escuche diariamente el mantra de determinación, de fuerza y de voluntad, que son los tres rasgos que más destacan de este personaje.

Lo veo también nadando a contracorriente en un espacio dominado por la abstracción y el color, como desafiando a lo contemporáneo desde su corporeidad y definición, desde su clasicismo y objetividad.

Lo veo pero en el fondo, me pierdo en su mirada.

La pintura está a la venta. Más detalles sobre esta obra en este enlace al catálogo.

Deja un comentario