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Quién era María Magdalena

Hoy quería contaros la historia de este retrato, un encargo muy especial que me hizo un amigo hace unos meses. Como estudioso de la historia de María Magdalena, las instrucciones fueron tan precisas que incluyeron la elaboración de un modelo mediante IA con todos aquellos aspectos que consideraba imprescindibles para reflejar la personalidad de aquella fascinante mujer.

Aceptar el encargo supuso para mí todo un reto. En primer lugar porque se trataba de la petición de un gran artista al que personalmente admiro y respeto. Por otro, porque no suelo recrear escenas en mis obras, ya que me interesan sobre todo los rostros. Aun así, los datos que me proporcionó para que me hiciera una idea de quién era el personaje, lejos de los estereotipos habituales, me provocaron una enorme curiosidad y decidí tirarme a la piscina.

El resultado es este que veis por aquí: un cuadro al óleo sobre tabla de 80×60 cm texturizada con papel. Pero si tenéis cinco minutos, os animo a leer no sé si la «verdadera» historia de quién fue María Magdalena, pero de aquella con más probabilidades de ser cierta. Desde luego, cambiará tu visión del personaje. Más abajo te dejo un pequeño resumen redactado por el comitente y difundido por aquí con su consentimiento.

Quién fue María Magdalena

María Magdalena es un personaje apasionante, quizás el más maltratado por la Historia. A sus espaldas tuvo que soportar la reputación de ser una prostituta arrepentida desde que en el siglo VI el papa Gregorio I, en una homilía, la identificara con la mujer «pecadora»; que menciona el evangelio de Lucas, la cual ungió los pies de Jesús con perfumes y los secó con sus cabellos.

Sin embargo en una lectura atenta de los evangelios nada nos induce a pensar que dicho personaje sea la de Magdala, ni tampoco que aquella pecadora fuese una prostituta. La forzada interpretación del
papa Gregorio para relegar su figura habría que verla más bien en el contexto de la situación de subordinación en que se quiso dejar a la mujer en el seno de la Iglesia.

Esta visión tan solo se propagó en la Iglesia de occidente ya que en la tradición del cristianismo oriental siempre se honró la figura de María Magdalena por su cercanía a Jesús y siempre fue considerada una igual a los demás apóstoles. De hecho, a raíz del descubrimiento en el pasado siglo de los manuscritos de Nag Hammadi en el desierto de Egipto, se pudo constatar que su figura era muy otra en el primer cristianismo, y una de las facciones de aquel cristianismo primitivo, los gnósticos, nos la presentan
como una compañera inseparable de Jesús, con un elevado nivel de intelectual y la única que realmente entendió su verdadero mensaje. Razón que explica por qué el Maestro le encomendó transmitir sus enseñanzas a los demás apóstoles. Y esto no se contradice con los evangelios canónicos ya que en los mismos podemos leer cómo Jesús reprocha en varias ocasiones a sus discípulos que no le entiendan (en especial a Pedro, curiosamente). También nos dicen que la encargada de transmitir la buena nueva de la resurrección a los demás fue Magdalena.

Afortunadamente la memoria de esta mujer fue restituida por la propia Iglesia. En 1969, durante el concilio Vaticano II, el papa Pablo VI enmienda a Gregorio I (y eso que los papas son infalibles) y deja de relacionar a la prostituta arrepentida con la Magdalena. Más tarde el papa Juan Pablo II se refirió a ella como la «apóstol de los apóstoles». Y finalmente en 2016, por iniciativa del papa Francisco la festividad de Santa María Magdalena es elevada en el calendario litúrgico romano al mismo rango
que el de los demás apóstoles.

Su figura está ahora completamente restaurada y renovada, aunque la inercia de siglos y siglos de tradición hace que la mayoría de los creyentes cristianos aún hoy tengan asociada la figura de la Magdalena con la de una prostituta arrepentida. A ello contribuye la imagen que ha perpetuado de ella el arte, que la ha fijado en su iconografía siempre en una actitud de penitente arrepentida, asociada su figura a un tarro de alabastro portador de perfumes.

Este cuadro quiere romper con esa tradición pictórica y quiero mostrar a María Magdalena con gesto sereno e inteligente, sin tarros de alabastro, desenrollando un libro (un libro del siglo I) en actitud de estudio. Porque solo una mujer formada en el estudio podría haber alcanzado el nivel intelectual y de conocimiento que le llevaron a ser el principal confidente de un personaje tan trascendente como Jesús de Nazaret. Esta es nuestra Magdalena.

Proceso

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