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La Ira * Colección Los Siete Pecados Capitales

Ref: 5920

Título/Title: La Ira

Colección/Collection : Los Siete Pecados Capitales

Técnica/Technique: Acrílico sobre lienzo en bastidor

Tamaño/Size: 55cm de alto x 46cm de ancho 

Año/Year: 2020

Precio/Price: 4.500 Euros (Colección completa, siete unidades)

Disponible/Available: SÍ 

Otros: El precio incluye marco. Coste del envío no incluido. Consultar 

 

Si has llegado hasta aquí leyendo, no me importa confesarte un secreto. Este defecto lo conozco de cerca, de tan cerca, que es uno de los más odiados y a la vez más comprendidos por esta que suscribe. Porque  la  ira es una pasión furiosa que con frecuencia hacer perder el juicio a quienes tienen el conocimiento. Y no es que me precie de tener conocimiento, sino que reconozco que la ira es una explosión incontenible de rabia que hace perder la razón. Y que, como todas las explosiones, causa daños a diestro y siniestro, muchos de los cuales son difícilmente reparables. Sí, si me preguntas, te diré que este podría ser mi gran pecado.

Me fue difícil encontrar una imagen que se correspondiera con la que tenía en mi cabeza. Era la imagen de un estallido de violencia incontrolada. Un grito simbólico, una descarga de presión que se produce con gran carga de agresividad y se refuerza de rencor y odio. Creo que encontré la imagen adecuada en la modelo seleccionada, y creo que inmediatamente me suscitó ese interés porque además de ese grito, contenía ya los colores con los que yo quería representarla, esto es: rojo, fundamentalmente, porque es el color asociado a la ira, pero que también, combinado con negro y con naranja, añaden agresividad a la escena.

Desde el principio me planteé «romper» la escena, tal y como si fuera el resultado de ese golpe de ira, una foto que se rasga por la mitad y congela la violencia del estallido. No en vano, toma nota, el desmembramiento era el castigo eterno asociado a este pecado capital. Para que resultara más creíble esa rotura, tracé su recorrido y encolé papel de seda convenientemente arrugado para darle la textura. El rasgado, al igual que el del papel que se rompe, es completamente blanco y con bordes irregulares. Creo que el resultado habla (o grita) por sí mismo. Y, por cierto, para aplacar la ira nada mejor que la paciencia, que es la que hay que tener para conseguir el efecto preciso.