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La Lujuria * Colección Los Siete Pecados Capitales

Ref: 5720

Título/Title: La Lujuria

Colección/Collection : Los Siete Pecados Capitales

Técnica/Technique: Acrílico sobre lienzo en bastidor

Tamaño/Size: 55cm de alto x 46cm de ancho 

Año/Year: 2020

Precio/Price: 4.500 Euros (Colección completa, siete unidades)

Disponible/Available: SÍ 

Otros: El precio incluye marco. Coste del envío no incluido. Consultar 

 

¡Ay, la lujuria! La serpiente que incita al hombre al pecado. La mujer que inyecta el veneno de la pasión en el inocente hombre. Ya lo advertía Evegrio:  Mirar a una mujer es como un dardo venenoso, hiere el alma, nos inocula el veneno y cuanto más perdura, tanto más arraiga la infección.

La lujuria (en latín, luxus, ‘abundancia’, ‘exuberancia’) es usualmente considerada como el pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza sexual, o un deseo sexual desordenado e incontrolable. Actualmente se considera lujuria a la compulsión sexual o adicción a las relaciones sexuales, una categoría en la que entran tanto el adulterio como la violación.

Pero pocos y pocas reconocen en la lujuria su principal pecado.  Ni siquiera le dan un segundo puesto, tampoco aquellos y aquellas que me consta que lo practican. Me pregunto si es uno de los vicios que más en secreto llevamos. Tendría lógica. Sea o no el menos confesado, he de decir que no es ni mucho menos el más repudiado entre los pecados. Quizás porque… ¿volvemos a tirar la piedra?

En cualquier caso, cómo he querido darle forma a la Lujuria. Pues claro está, con un rostro femenino que, históricamente y desde que el arte es arte, ha sido la encarnación del pecado sexual.  La protagonista se encuentra recostada, con su brazo izquierdo por encima de la cabeza  y con los ojos entrecerrados. Sus labios, carnosos y sensuales se localizan en primer término y en el punto principal del lienzo.  La boca es, en este caso, el principal objeto de lujuria para el espectador.

En cuanto a colores, sí, volvemos al rosa fucsia —femenino, rebelde— pero en este caso le unimos otros dos colores que van a resultar esenciales para definir lo que nos traemos entre manos. Echo mano de Heller para comentaros una curiosidad que a mí me ha llamado mucho la atención. Con un buen porcentaje de rojo en un cuadro y una pequeña ración de rosa, podemos representar el Amor. Pero… y esto es lo curioso, añadimos otro tanto de negro o de violeta, y tenemos ante nosotros la viva encarnación de la sexualidad o del erotismo. Está clara ahora la elección de colores, ¿verdad? Ojalá pudiéramos discernir con semejante claridad en las relaciones como en la representación pictórica.

En cuanto a la técnica, también he utilizado pintura acrílica sobre lienzo. El fondo lo pinté de rojo carmesí y una vez seco, definí las partes de luz con el rosa y las partes de sombra con el negro y el violeta. Por cierto, que como este pecado es realmente oscuro, su castigo eterno, según la Santa Madre Iglesia, era consumirse en el fuego y el azufre. De ahí el esgrafiado  en forma de ondas —ver detalle— que sirven para acentuar que nuestra protagonista se está consumiendo ya en vida entre las llamas del averno.